Justo cuando Marco Rodríguez silbó el final del juego, la cancha del Víctor Manuel Reyna se convirtió en un manicomio y entre gritos, abrazos, la felicidad se desbordó entre los integrantes de Jaguares y sus aficionados.
Fue como si el romance hubiera llegado al clímax, pues luego de casi 90 minutos de angustia y una temporada de claros y obscuros, por fin, un mediocampista casi anónimo, pero siempre trabajador como Gilberto Mora, hizo que las cosas cambiaran en un instante para guiar a su equipo a la victoria del torneo que aseguró su permanencia en el máximo circuito.
Así en medio de un sinfín de grabadoras, de las bofetadas de alegría, de los jalones de cabellos de sus compañeros, Mora dijo que el gol siempre lo buscó y que toda la semana estuvo intentando por más de dos horas después del entrenamiento perfeccionar el arte de los tiros libres para conseguir el tanto de la victoria.
-¿Hiciste a un lado a Tiba?
Sí, porque me tuve confianza. Ya había impactado uno en el poste.
-¿El mejor de tu vida?
Sí, gracias a Dios, pero es de todos mis compañeros, de la afición y de toda la temporada.
Enfrente, el público agitando las banderas y en la cancha, la vuelta triunfal y los abrazos.
Los dirigentes que siempre apoyaron a los jugadores y al entrenador como Mario Trejo, Ramón Morato y Miguel Rodríguez, sin esconder su felicidad.
Y en otro costado Sergio Bueno, atendiendo a más entrevistas, pero dando paso a OVACIONES, para revelar que envejeció como diez años en los partidos que fue contratado como entrenador de los Jaguares.
“Sufrí lo indecible, creí que se nos iba el duelo, pero Mora lo hizo. Se lo merece, se lo merece la gente y toda la afición. Hay que ver si hay continuidad, ojalá que sí, porque estoy en deuda, pero quiero demostrar que podemos hacer cosas mejores”.
Después del equipo entró al vestidor y las cosas se voltearon, adentro un manicomio y casi un sauna, por el calor y la histeria de evadir el descenso.
Por lo menos este sábado se convirtieron en héroes.
Filomeno revelando que se sintió morir con el penal fallado, pero que Dios los puso en el camino de salvar lo que se había errado.